Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6520

6520 Transmisión de la verdad.... Intercambio de luz y fuerza....

11 de abril de 1956: Libro 70

Todos los caminos que recorréis deben conducir a la misma meta y por eso tienen que encontrarse una vez, incluso si tenían puntos de partida completamente diferentes. Cuanto más corto sea el camino, más pronto se alcanzará la meta. Pero si vosotros, los humanos, elegís desvíos, podéis tardar mucho tiempo en alcanzarla. Sin embargo, vuestra voluntad es decisiva para esforzarse por alcanzar la meta correcta. Y yo sólo puedo deciros una y otra vez que el camino más corto hacia el objetivo es el camino del amor a Mí y al prójimo.... porque este camino está brillantemente iluminado y, por lo tanto, es reconocible como el camino correcto. Porque mis mensajeros, portadores de luz, caminan delante de vosotros, y en su brillante resplandor vosotros camináis verdaderamente seguros que no podéis extraviaros.

Ahora envío a estos seres de luz a todos aquellos que no se sienten bien en los caminos oscuros, que temen tomar caminos equivocados, y que, en esta preocupación se dirigen a la Luz de la Eternidad para que ella les envié un rayo.... que, por lo tanto, anhelan la luz.... Y a éstos los guío por el camino más corto hacia su objetivo. Primero dejo que chispas de luz caigan en sus corazones, que se encenderán y se expresarán a través de obras de la caridad desinteresada, demostrando así al mismo tiempo su amor por Mí, porque una cosa lleva innegablemente a la otra....

Pero ¿qué entiende por la luz que ilumina vuestro camino?.... El camino de la luz es el camino de la verdad.... Si Yo os he de iluminar el camino hacia el objetivo, hacia Mí, a vosotros, los humanos, entonces tengo que guiaros hacia la verdad; tengo que enviaros mensajeros que os instruyan en la verdad. Y tengo que comisionar mensajeros de luz y amor, tanto en la Tierra como en el reino del más allá, que recibirán la verdad de Mí y la distribuirán de nuevo.... un proceso de intercambio constante de fuerza y luz en el reino espiritual y en la Tierra.... un proceso que se lleva a cabo continuamente a gran escala y que guía Mi luz de amor dondequiera que encuentre oposición.

Innumerables seres de luz están a Mi disposición, y muchos seres de luz también están encarnados en la Tierra para facilitar este intercambio de luz y fuerza, para que la luz pueda irradiar en la profundad oscuridad que se extiende sobre la Tierra.... para que la verdad, que es el único camino a la vida eterna, pueda ser llevada a quienes vagan en el error y el pensamiento erróneo. Es Mi Espíritu el que fluye continuamente hacia el infinito, que irradia a través de seres perfectos y los impulsa hacia la actividad.... que se derrama en corazones abiertos, que emana de Mí en un circuito constante para regresar a Mí en los seres que han alcanzado la perfección....

Ella es la corriente de amor que dichosamente anima y llena a los seres espirituales perfectos, instándolos a continuar su transmisión, porque el amor nunca permanece inactivo.... que será transmitida allí donde esta corriente de amor es deseada y recibida, y así permanece en constante actividad y cumplimiento.... Es la luz de la cognición que se enciende dondequiera que se desee la luz, dondequiera que un ser Me invoque a Mí Mismo por la verdad.... Y donde se recibe esta corriente de amor, el camino que conduce a Mí también debe ser claramente reconocible, y la meta debe ser alcanzable en el menor tiempo posible, mientras que los caminos tenuemente y no iluminados fácilmente hace posible extraviarse y desviarse del camino correcto, y el ser humano sólo llega a la meta después de haberse tomado desvíos, si a pesar de todo se esfuerza todavía seriamente al respecto....

Solo la verdad os asegura al vosotros, los humanos, el acceso a Mí, y es mi constante preocupación transmitiros esta verdad, porque quiero que camináis sin esfuerzo y sin vacilación en la Tierra hacia la Patria eterna, que ahora reconocéis en la luz de la verdad como el único camino correcto hacia Mí....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise