Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/5794

5794 Divinización de los seres creados...

22 de octubre de 1953: Libro 63

Recibe el mensaje del Señor:

Cuando Yo os di la vida, perseguía un fin... De manifestarme Yo Mismo en vosotros, es decir, dar formas a Mi poder y luz, que como seres estaban conectados entre sí y que todos Me llevaban a Mí Mismo como poder de amor dentro de sí mismos, para que Me formara a Mí Mismo, por así decirlo, en estos seres, para que fueran iguales a Mí Mismo, pero cada uno en pie de la conciencia del “yo”... ya que Yo quería crear dioses como Yo... Entonces puse a fuera lo más perfecto de Mí , que Me multiplique en estos seres creados por Mí, ya que fueron creados en la misma perfección, ya que de no pudo emanar nada que fuera deficiente. Yo Mismo estaba representado en todos estos seres, Yo los había llamado a la existencia como un imagen especular de Mí Mismo, aunque Yo Mismo no era visible para estos seres... Creé miniaturas de Mí Mismo... y disfruté de estas creaciones...

Pero todo lo perfectamente creado era Mi obra... Mi voluntad estaba en ello, estaba inundado de Mi amor y por lo tanto sólo se creó algo que no podía ser de otra manera de lo que era... Y eso no Me satisfacía, porque quería tener algo tan libre a Mi alrededor que pudiera moverse en toda libertad como Yo Mismo... Tuve que ponerlo independientemente a fuera de Mí con el mismo poder y la misma luz y ponerlo a prueba para que ahora use de la completa libertad que se le concedía de acuerdo con Mi voluntad... sin determinar el ser por Mi voluntad... Tuve que darle completa libertad de voluntad y, por así decirlo, aislarme de él... para que el ser ahora pudiera probar su divinidad y permanecer en la perfección en que Yo lo creé... aunque también podía hacer mal uso de su fuerza y voluntad...

Quería tener Dioses a Mi lado, con los pudiera obrar y crear en la mayor felicidad... Pero estos Dioses no podía crear para Mí, solo podía darles la capacidad de formarse ellos mismos en Dioses... Quería que la misma dicha que Me llenó a Mí también debiera ser concedida a los seres que Yo engendraba a la vida en un inconmensurable afán de felicidad e impulso de creatividad, que iba aumentando cuanto más creaba... (22.10.1953) No quería que siguieran siendo Mis criaturas para siempre, determinadas por Mi voluntad en su hacer y pensar... Yo quería estar seguro que cada ser actuase libremente por sí mismo, independiente de Mi voluntad, porque sabía que un ser perfecto siempre llevaba en sí Mi voluntad...

Un ser perfectamente creado por Mí, pues no habría sido capaz de una voluntad contraria a la Mía si no hubiera tendido al mismo tiempo un libre albedrío, que podía decidir sobre sí mismo. Y ese libre albedrío fue la clave. En virtud del libre albedrío, el ser podía permanecer en la perfección que Yo le di, pero también podía desviarse de ella... el ser que Yo había diseñado sumamente perfecto podía transformarse ello mismo, perder su perfección y convertirse en una criatura, que ya no era Mi imagen... pero era un ser libre que podía disponer de sí mismo y del mismo modo transformarse nuevamente a Mi imagen...

Pudo volver a ser perfecto, pero entonces ya no era Mi criatura, sino Mi hijo... Ha llegado a ser Mi semejanza por su libre albedrío, un ser divino parado fuera de Mí y sin embargo íntimamente fusionado Conmigo a través del mismo amor, la misma voluntad y la misma naturaleza... No Me era posible crear algo imperfecto que debía lograr la transformación a Mi semejanza, porque sólo lo más perfecto puede emanar de Mí, pero convertir lo creado en Dioses lo debe lograr el ser creado el mismo...porque el libre albedrío es una parte irrevocable de la más alta perfección...

Puesto que en Mí prevalece el principio del amor, puesto que Yo Mismo soy el Amor Eterno, sólo el amor fue siempre el factor determinante en el acto de la creación, y el amor también persigue un objetivo... un estado de bienaventuranza para Mis criaturas que es insuperable, pero sólo entonces, cuando las criaturas se hayan convertido en Mis hijos... Porque a pesar de toda perfección, Mis obras creadas no pueden llamarse infinitamente bienaventuradas mientras no tengan un libre albedrío. Sin embargo, el libre albedrío debe demostrar su perfección... debe valorar y querer conservar lo que le es dado al ser, a pesar de la posibilidad de poder renunciar a ello... Y esta decisión le fue exigida de lo perfectamente creado por Mí, y le será exigida hasta que el ser haya alcanzado su objetivo, hasta que se esfuerce por la perfección, la unificación Conmigo, por su propia voluntad... hasta que se haya convertido en Mi semejanza...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise