Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/5215

5215 El amor ha realizado el trabajo de redención....

21 de septiembre de 1951: Libro 58

He muerto por ustedes en la cruz. Mi amor por ustedes fue ilimitado y encendió una fuerza en el ser humano Jesús que hizo que su alma se convirtiera en divina, un estado que lo elevó más allá de la esfera terrenal humana y lo hizo uno conmigo.... Sólo un amor tan fuerte fue capaz de realizar el sacrificio en la cruz, pues de otro modo no habría podido resistir como ser humano si la fuerza del amor no le hubiera fortalecido. Murió la muerte de la cruz como un ser humano y, sin embargo, fui Yo mismo quien se entregó por ustedes, los humanos, en la cruz, porque Jesús, el hombre, permaneció en el amor hasta que entregó su espíritu.... Por lo tanto, el amor trajo el sacrificio, y el amor era Yo mismo.... Esto también es un misterio y lo seguirá siendo mientras exista la tierra y ustedes los humanos juzguen la obra de la Salvación con sentidos terrenales.... El hombre Jesús murió en la cruz.... Yo mismo vine a la tierra para redimirles.... Una aparente contradicción y, sin embargo, es la verdad, que es incomprensible mientras ustedes, los humanos, no puedan comprender que Yo mismo soy el Amor.... que el amor es la sustancia fundamental de la Deidad eterna y que, por lo tanto, el Amor realizó esta obra destinada a redimir a la humanidad del pecado. El amor, sin embargo, estaba en el ser humano Jesús, consecuentemente la muerte por crucifixión la sufrió un ser humano.... pero el hecho de que este ser humano ya era divino se probó por el exceso de Su sufrimiento, exceso al que El no sucumbió antes (\*).... Su amor por la humanidad era tan profundo que deseaba sufrir para ayudarlos.... Tomó sobre sí una medida sobrehumana de sufrimiento que por sí sola era suficiente para privar a un cuerpo humano de la capacidad de vivir, sin embargo, su fuerza de amor mantuvo este cuerpo vivo hasta que sus enemigos lo subieron, hasta que lo clavaron en la cruz, hasta que se alcanzó el clímax de su sufrimiento. Quiso dejar que la gente llevara a cabo las tropelías que mi adversario les impulsó a hacer para mostrar también a éste que el poder de un Hijo de Dios también llegaba más allá de la muerte, que también era Señor de la muerte....

Y toda la humanidad debería tomar nota de su muerte si quiere ser redimida..... Estuvo unido a Mí, el Padre, por su amor hasta el final, pero su alma turbada ya no me reconocía, fuera de sí me buscaba, y por eso Jesús gritó las palabras: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" La poderosa Deidad sólo se había replegado, pero el Amor estaba y permanecía en El.... El amor era ciertamente una fuerza por sí misma, pero Jesús ya no utilizó esta fuerza para evitar su crucifixión, sino sólo para poder experimentarla, porque quiso experimentarla para servirme como ser humano y para sufrir y expiar por sus semejantes. Por eso El sufrió conscientemente y también murió conscientemente, por eso Me pidió misericordia para sus verdugos, y con plena conciencia pronunció las palabras: 'Padre, en Tus manos encomiendo mi espíritu....'. Mantuvo el vínculo entre Él y Yo, porque ya no podía separarse de Aquel con quien se había hecho Uno a través del amor.... Y por lo tanto, yo era Él y Él era Yo, no había separación entre los dos, porque el amor, la sustancia fundamental de Mí mismo, también lo llenaba completamente, por lo que tenía que estar con y en Él, aunque Yo permaneciera inactivo como fuerza hasta que el hombre Jesús hubiera realizado Su obra. Él y yo, nosotros somos uno, y quien lo ve a Él ve al Padre, porque el Padre es Amor y el Amor estaba en el Hijo.... Pero el Amor no podía morir, y por eso resucitó al tercer día, y también revivió el cuerpo, que estaba completamente espiritualizado por el sufrimiento de Jesús y ya no necesitaba ningún otro curso de desarrollo en la tierra. Así, el amor venció a la muerte.... el divino Salvador venció a Satanás.... la luz se abrió paso entre las tinieblas y el camino hacia la luz eterna quedó libre....

(\*) (N. del T.: no sucumbió antes de enfrentarlo, el conocimiento previo del sufrimiento extraordinario no lo detuvo ni desvió de su propósito)

Amén

Traducido por J. Gründinger