Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/5192

5192 Jesucristo, el mediador entre Dios y los hombres...

19 de agosto de 1951: Libro 58

El hombre Jesús estableció la conexión entre Yo y los hombres, Él estaba cerca de ellos y, sin embargo, también en contacto directo Conmigo a través de Su Espíritu... Así que Él era el mediador a través del Cual las personas podían llegar a Mí porque ellas mismas no podían hacerlo por su propia fuerza. Vosotros humanos debéis tomar ventaja inevitablemente de este mediador, Jesucristo, si queréis encontrar el camino de regreso a la casa del Padre, porque sólo Él os guiará y os apoyará con Su ayuda allí donde vuestras fuerzas no sean suficientes. Nadie puede evitar a Él, nadie puede llegar a la meta sin Él, nadie será feliz sin Jesucristo... El que no crea necesitarle a Él, nunca vendrá a Mí porque Yo Mismo Le envié para que Él os trajera a Mí, y si ahora Lo rechazáis, vosotros mismos os cerráis el acceso a Mí y nunca alcanzaréis vuestro objetivo.

Él es Mi Hijo, del reino de la gloria y de la luz, Que descendió a vosotros al reconocer vuestra necesidad e incapacidad para subir de las profundidades... Se vistió con un caparazón humano para acercarse a vosotros, pero Su alma mantuvo la conexión Conmigo, Su alma también se afirmó contra el cuerpo, también lo determinó a volverse hacia Mí, y así Yo Mismo pude cubrir este caparazón humano en toda su plenitud y hablar a la gente a través de Él; la gente se acercaba a Mí, la que se empujaba hacia Él, porque reconocía la Deidad que moraba en Él... Él medió entre Mí y la gente... Levantó lo que había caído y Me lo llevó a Mí, y a todos mostró el camino hacia Mí y Se ofreció a sí Mismo como guía en este camino. Y así el regreso a la casa del Padre está asegurado para todo hombre que Lo usa como mediador.

Y vi esto desde la eternidad, vi la distancia sin fin de Mis criaturas de Mí y la fuerza de voluntad debilitada; vi la voluntad de esas criaturas atadas por Mi oponente y tuvo que mandarles un Salvador Que les ayudara de deshacerse de las cadenas, que les llevó de vuelta hacia Mí... Yo Mismo le había otorgado a Mi oponente el poder de usar su libre albedrío, pero él abusó de su poder y así mantenía a los seres en su poder, que habían surgido a través de su voluntad, pero que emanaron de Mi poder.

A pesar de Mi omnipotencia no podía arrebatarle los seres, pero los seres pudieron haber escapado de él voluntariamente. Pero ellos no pudieron reunir esta voluntad y por eso había que enviarles un ser como Salvador, Que opusiera Su voluntad a la voluntad del adversario... Y este ser lo venció... Era Jesús, el hombre, Quien por amor a la humanidad emprendió esta lucha, Que llevo el amor en Sí Mismo a su más alto desarrollo y, a través de esto, Me atrajo a Mí Mismo hacia Sí Mismo y ahora venció al adversario con Mi poder.

Él debe ser considerado como el Salvador de la humanidad, como un transmisor de fuerza para los hombres débiles, quienes anhelan a Dios, quienes nunca podrían alcanzar a Dios sin ayuda; Él es el dador de fuerza, Que ha adquirido gracias sin medida a través de Su muerte en la cruz y ahora las da a todos lo que Le piden ayuda, que Lo aceptan como mediador entre ellos y Yo y Le piden Su ayuda en el reconocimiento de su debilidad e incapacidad para recorrer por sí mismos el camino que aún los separa de Mí... Todo ser humano puede sacar fuerza de Él, y quien se refugia en Él ciertamente llegará a la meta, porque Yo acepto a cada uno que Él trae a Mí, Quien murió por vosotros...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise