Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3410

3410 Orden mundial.... Ley divina....

18 de enero de 1945: Libro 44

El orden mundial no podrá ser volcado eternamente, porque la ley divina lo determina, y esto es inviolable. Ninguna fuerza espiritual tiene influencia en esto, y solo los seres unidos con Dios pueden llevar a cabo esta ley, que ahora también corresponde a la voluntad divina. Solo el hombre puede pecar contra el orden divino, es decir, puede tener la voluntad en hacerlo, y en esto no se le obstaculiza, pero incluso entonces no es capaz de volcar el orden divino mundial, es decir, abolir completamente Su ley, sino que solo puede intervenir aparentemente en el orden de Dios, pero al mismo tiempo cargándose con las consecuencias que son para su propio daño.

Pero debido a que el hombre tiene un libre albedrio, también se le da la oportunidad de violar la voluntad de Dios, sin embargo, no sacudirá Su ley desde la eternidad, lo cual cree que puede hacer, de lo contrario no haría el intento. Pero el intento ya es un pecado contra la sabiduría, el amor y la omnipotencia de Dios. Porque el intento ya demuestra una voluntad dirigida contra Dios.

La ley divina es base de toda creación, el reino espiritual y el reino terrenal están sujetos a la ley de Dios, las creaciones espirituales y terrenales existen y se mueven según el orden divino y todas las esencias de ser tienen que inclinarse bajo esta ley, tienen que adaptarse al orden mundial, de lo contrario expresan una voluntad contraria a Dios y, por estar fuera de la legalidad, se excluyen de las bendiciones del orden divino.

Vivir en el orden de Dios siempre significa armonía e inmortalidad, significa un estado de felicidad. Lo que, sin embargo, cree que puede existir fuera del orden divino, también vegetará en un estado impío, hasta que se someta voluntariamente al orden divino. Porque la sabiduría más profunda estaba en acción, y esta también corresponde a la ley divina, como el orden mundial entero, y la estructura de la creación espiritual y terrenal.

Pero ningún ser sobrepasa la sabiduría y la omnipotencia de Dios, y en el estado de perfección el ser se subordina completamente a Su sabiduría y omnipotencia y se integra completamente en Su Ley desde la Eternidad, vive y actúa de acuerdo a Su orden y no va en contra de ella en lo más mínimo.

La esencia, sin embargo, que no reconoce ni Su sabiduría ni Su omnipotencia, bien intenta violar el orden divino, pero sólo se pone fuera del orden ella misma, pero nunca la ley de Dios, pero incluso este intento ya le trae una desventaja espiritual y tener que tener una penitencia eterna hasta que vuelva al orden divino....

Amén

Traducido por Hans-Dieter Heise