Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3230

3230 Servir o luchar... Diferente propósito del sufrimiento...

24 de agosto de 1944: Libro 42

En la etapa de libre albedrío el ser no necesita temer al oponente de Dios, si tan solo anduviera en el amor. Entonces lo ha vencido, porque el oponente de Dios es completamente impotente frente el amor. Así el hombre también podría librarse de las tentaciones y de los desafíos, porque estos no tienen ninguna influencia sobre él en cuanto está activo en el amor. Pero este último depende del libre albedrío del hombre, y es por eso que el hombre mismo es la causa de una existencia terrenal que o es lucha constante o amor de siervo. Dios ve el corazón de cada uno, y deja venir sobre el ser humano lo que necesita, pero como también deja en falta, quien no necesita Su ayuda, de Su consuelo y de Su aliento, porque interiormente está contra Él, es decir, que no practica el amor, que proclama su voluntad orientada hacia Dios...

El amor y Dios son uno y, por lo tanto, una persona que ama también está conectada con Dios y ahora también debe ser superior al oponente de Dios. Si el hombre está dispuesto a estar activo en el servicio del amor al prójimo, no será tan oprimido por las tentaciones del mundo; ya las ha superado en cierta medida, lo que no le impide, sin embargo, que debe sufrir porque se supone que el sufrimiento lleva a al hombre a Dios que todavía tiene una voluntad que está alejada de Dios, sino que también debe purificar al hombre que se esfuerza por Dios. Pero el sufrimiento se siente de manera diferente en estas dos etapas.

El primero se rebela al respecto porque todavía no quiere doblegarse a un poder que le restringe en disfrute de la vida... sigue buscando el mundo y siente cada sufrimiento como un abandono, como una falta de disfrute de la vida y por lo tanto una compulsión que no reconocer. Y puede ser necesario mucho sufrimiento antes de que se haya rendido, y tal lucha es obra del oponente de Dios, que todavía busca con el mundo y sus alegrías ganar al hombre, que le pone todas estas cosas ante sus ojos para fortalecer su anhelo al respecto y así apartarlo de Dios. Sin embargo, si el hombre está activo en el amor, entonces el sufrimiento sólo le sirve para la perfección, para la maduración de su alma, entonces el adversario de Dios tiene poco poder sobre él, entonces se aparta del mundo, y por medio del sufrimiento se conecta cada vez más estrechamente con Dios.

Esta diferencia debe ser reconocida cuando se considera la diversidad del sufrimiento cuando las personas buenas y malas son afectados por ello... Las personas que están completamente alejadas de Dios y las que no parecen necesitar el sufrimiento para encontrarlo... El sufrimiento siempre tiene un propósito diferente, pero el propósito final es la unificación con Dios. El mayor peligro para el hombre es la inclinación al mundo y su falta de amor, porque entonces todavía está completamente en el poder de quien quiere arruinarlo. Y luego necesita medios educativos agudos para cambiar. Sólo cuando la inclinación por el mundo decrece puede encenderse en él el amor, y sólo entonces el sufrimiento puede adaptar otras formas, pero no se salva del todo mientras el alma aún no está purificado del todo.

Por eso la práctica del amor al prójimo es decisiva para el grado de su desarrollo, es decisivo para la profundidad del sufrimiento, porque donde se practica el amor y por lo tanto está Dios Mismo allí el sufrimiento será más fácil de soportar porque el hombre puede recibir la irradiación del poder de Dios, y por lo tanto eso no lo deprime. Ya no necesita luchar, sino sólo soportar y esperar la ayuda de Dios, que le quita todo sufrimiento cuando sea el momento. El hombre tiene que servir o luchar correspondiente a su voluntad y su capacidad de amar...

Servir al prójimo le será fácil para él, pero luchar requiere una gran fuerza, si no quiere sucumbir al poder, que usa todo para arrastra su alma a las tinieblas, y que tiene una influencia sobre el hombre mientras anda sin amor, porque entonces aún está muy lejos de Dios. Sólo el amor le libera de este poder, sólo el amor lo hace fuerte, porque el hombre que ama está en unión con Dios y recibe la fuerza de Él para vencer al adversario de Dios...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise