Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3167

3167 El destino de lo espiritual muerto en el más allá....

23 de junio de 1944: Libro 41

Ser muerto espiritualmente es el destino más terrible, en la tierra y en el más allá. En la tierra el hombre no siente este destino mientras siente las alegrías del mundo, es decir, se olvida de su alma y no tiene consciencia de su estado sin vida. Porque solo su alma está tocada, mientras el cuerpo busca vivir las alegrías corporales, y la inactividad del alma, su falta de fuerza no se siente. Solo si el alma entra al reino del más allá y ha dejado atrás a la funda corporal, la falta de fuerza llega a la conciencia y con ello el destino con el cual tiene que cargar, porque no ha aprovechado la vida terrestre para despertar el espíritu a vivir. Ahora le falta la oportunidad, no puede activarse por fuerza propia, sino se encuentra en un estado de un desvanecimiento total de lo cual no se puede liberar por sí mismo. Le falta cualquier conocimiento; está metido en una plena oscuridad, su alrededor está sin luz, su estado de alma, y por esto es completamente incapaz de activar el amor, porque para esto hace falta el conocimiento, y conocimiento significa tener luz.... Aquellos almas están cuidadas por seres luminosos, pero como ya rechazaron todo durante su tiempo terrenal lo que se refiere al reino espiritual, no estan abierto frente las ideas de los seres luminosos y se mantienen en la mayor (abnegación) necesidad, en un estado deplorable, a través de eternidades en la misma oscuridad. Y mientras no quieren activarse para practicar el amor en el más allá, la falta de fuerza no se desvanecerá, porque los actos de amor hacen activar la transmisión de fuerza y la actividad de amor solo se puede realizar bajo voluntad libre y esta voluntad se ha caído a niveles muy bajos por la influencia del enemigo de Dios.... En la tierra el hombre puede recurrir a la fuerza vital, de hecho puede activar a su espíritu en cualquier momento. Puede poner fin al estado mortal en cualquier momento, puede activar su amor, porque tiene a mano la fuerza de la vida. Y mientras está activo haciendo bondades, su espíritu se despierta, y significa el recibo de luz y fuerza. El hombre espiritualmente muerto no sabe nada de las cosas del reino espiritual, no sabe nada de las actuaciones de Dio, de Su amor y sabiduría y omnipotencia, no sabe de su nivel bajo, de su destino del origen y su alejamiento de Dios; y esta falta de conocimiento le convierte en un ser inactivo, porque no puede activarse según su destino previsto, sino está maldito a la inactividad, porque no es capaz de liberarse él mismo. El hombre espiritualmente muerto no permite la influencia de su alrededor, sin pensar en su espíritu que le es dado como compañero como un buen guía. Al final de su vida el hombre puede mirara atrás a una vida terrenal bien gozada, pero muerto de espíritu, y esta muerte está mucho peor que el final de su cuerpo, porque su alma no se desvanece, entra por el portal de la muerte al reino del más allá, está consciente de su ser, pero completamente sin fuerza y luz, incapaz de realizar actividades y en un alrededor completamente oscuro, y lo vive con mucho tormento, porque anhela el estado activo de la tierra con todos sus sentidos, en el cual podía decidir sobre sus actividades según su voluntad, pero no se va a cumplir. Está muerto, pero al mismo tiempo consciente de su existencia, está sin fuerza, pero sabe de la suerte, obtener fuerza; está sin conocimiento y por esto sin remedio de liberarse de su estado, porque en el más allá solo puede recibir lo que ha dado antes.... El hombre terrestre no se puede imaginar las torturas de un alma muerta de espíritu, porque está metido en su fuerza vital completa a la cual puede recurrir mientras está en la tierra y porque puede estar activo según su voluntad. Ya en la tierra es una gran pena y tristeza si los hombres le han robado su fuerza parcialmente, por enfermedades es incapaz de trabajar o activarse.... Este estado multiplicado por mucho más es el destino de aquellos que entran muerto espiritualmente al reino del más allá, que no ha despertado a su espíritu por la fuerza vital, por actos de amor, aquellos que viven en el mundo sin activar a su espíritu, porque subestiman a su vida terrenal y no piensan en su tarea real que consiste en formar según la voluntad de Dios, a que el espíritu sea vivo en ellos y que puede ayudar en aumentar su desarrollo hacia arriba....

amén

Traducido por Bea Gato