Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3142

3142 Legislador.... Orden divino....

1 de junio de 1944: Libro 41

La ley, que fue dada por el amor de Dios y que se basa en la sabiduría divina, también debe revelar amor y sabiduría. El Legislador debe querer lograr algo que sirve como una bendición a Sus obras de creación porque Él las ama; Debe haber reconocido en la más sabia cognición las deficiencias de estas creaciones y determinado el orden divino de tal manera que estas deficiencias sean corregidas tan pronto como la criatura observe este orden. Esto último se aplica en la fase en que la esencia se encarna como ser humano, porque en las fases anteriores la esencia en la creación no puede dejar de mantener este orden, ya que se encuentra en un estado de coerción, en un estado donde su voluntad está atada y el ser está controlado por la voluntad de Dios y por tanto tiene que cumplir la ley divina.

Pero en la última fase, la esencia es capaz de reconocer tanto el amor como la sabiduría de Dios; es capaz tanto de vivir en el orden divino como de violarlo. Pero también tiene la capacidad de reconocer intelectualmente tanto el amor como la sabiduría de Dios, por lo que le puede resultar fácil permanecer en el orden divino. Pero si no usa los dones del entendimiento ignorando la regla y el obra de Dios, entonces ni el amor divino ni la sabiduría divina le serán evidentes, y entonces no hará ningún esfuerzo por cumplir las leyes, como le fue asignada como tarea durante su vida en la tierra.

Entonces viola eso y, comprensiblemente, no puede alcanzar el objetivo de volverse perfecto y ser considerado de Dios con la felicidad eterna. Porque el amor y la sabiduría de Dios verdaderamente eligen los medios correctos.... y estas son las creaciones que se basan en las leyes divinas. Cada adaptación a este orden divino por parte del hombre debe perfeccionarlo, mientras que una violación del mismo significa inevitablemente una regresión o un estancamiento espiritual, según la naturaleza de esta violación. Porque entonces el hombre ofende el amor y no respeta la sabiduría de Dios, y para la esencia esto significa una rebelión renovada contra Dios en la fase del libre albedrío, que le fue dada para unificarse finalmente a la Deidad eterna.

Por lo tanto, cada palabra, cada pensamiento y cada acción debe adaptarse al orden divino, lo que significa también que tienen su origen en el amor y reconocen siempre la sabiduría de Dios, de lo contrario serían contrarios al orden divino. Toda la vida terrenal debe desarrollarse de acuerdo al orden divino, luego al final de la vida terrenal el ser reconocerá claramente tanto el amor sobremanera grande de Dios como Su sabiduría insuperable, que quiso ayudarlo a alcanzar glorias desconocidas y por eso le dio una ley eterna, cuyo cumplimiento le trae estas glorias. Esta ley es fácilmente de cumplir por los seres encarnados como seres humanos, si se forman para amar, entonces no sentirán nada como compulsión, sino sólo un camino predeterminado hacia la felicidad.

Por otra parte, la persona sin amor percibirá toda exigencia de Dios como opresiva y restrictiva de su libertad y eludirá el cumplimiento de esas leyes, se sentirá impulsada a violar el orden divino, no verá en ello amor ni sabiduría y constantemente se opone, por eso nunca podrá lograr el objetivo final, porque Dios no abandona Sus exigencias, que sólo se extienden hasta la última fase de la encarnación, mientras que en las fases anteriores no se puede hablar de exigencias, sino que la voluntad de Dios y Su legislación dominan a todas las criaturas, por la que la esencia no puede de otra manera que vivir según este orden divino, y así cumple la ley divina en el estado de coerción.

Y en estas fases anteriores nada creado se rebelará contra el orden divino, porque previamente ha expresado su voluntad antes de convertirse en la respectiva encarnación. Pero como ser humano su voluntad vuelve a ser liberada, y la fuerza opuesta a Dios busca conquistarlo nuevamente. De modo que la fuerza opositora de Dios presenta ek orden divino al hombre como una limitación de la cual debe tratar de escapar. Pero Dios le dio el entendimiento a través del cual el hombre puede observar el amor y la sabiduría de Dios y así ganar fe en Dios.

Pero la fe también le da la fuerza para vivir en el orden divino, le da la fuerza para que él mismo esté activo en el amor y ya no ve la ley como una compulsión, sino como un medio utilizado en el amor y la sabiduría para alcanzar la felicidad eterna, y ahora se le resultará fácil cumplir esta ley. Y es por eso que las personas tienen que responder por sí mismas si escuchan las ideas del oponente, porque pueden usar su entendimiento y no usa este don, de lo contrario tendría que reconocer la falta de fundamento y el error de estas ideas. Pero la voluntad del hombre es libre, y ni el amor ni la sabiduría de Dios obligan a reconocer si la voluntad no se inclina hacia Él....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise