Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2913

2913 Inmortalidad de la enseñanza de Cristo como obra de Dios...

8 de octubre de 1943: Libro 37

El legado de Cristo, Su enseñanza de amor, se conservará mientras exista la tierra, incluso si se lucha contra ella desde todos los lados. Dios mismo trajo esta enseñanza a la tierra por medio de Jesucristo, dio a conocer Su voluntad a los hombres, les envió Su Palabra a través de un hombre, Que escuchó la voz divina en Sí Mismo y Quien, por lo tanto, como mediador entre Dios y los hombres, pudo darles a conocer la voluntad divina a través de Su enseñanza, la cual ordenaba el amor a Dios y al hombre. Era Dios Mismo el gran maestro, porque Él Mismo hablaba por medio de Jesús, en Cuyo caparazón humano habitaba en toda Su plenitud, y por tanto no es la enseñanza de un ser humano, sino una enseñanza divina que nunca puede ser reprimida, porque las Palabras de Dios son imperecederas, seguirán existiendo hasta toda la eternidad...

Tan pronto como comienza la lucha contra la enseñanza de Cristo, la lucha está dirigida contra Dios Mismo, y esto solo puede conducir a una de la mayor importancia. No aceptar la enseñanza de Cristo, no cumplir Sus divinos mandamientos ya tiene graves consecuencias para los hombres que tienen que expiar tiempos interminables, que tienen que soportar una condición agonizante por eternidades; pero también hay una redención para estas almas, la enseñanza del amor divino puede ser acercada a ellas también en el más allá, para cambiar su voluntad y hacer que acepten la enseñanza divina.

Pero la lucha abierta contra ella en la tierra es un pecado dirigido contra Dios Mismo, Quien Mismo predicó la enseñanza a través de un hombre conectado con Él en la tierra; es un desprecio de Su ser, es una negación de Su Deidad, una rebelión contra Él, es un compromiso con Su adversario y la más grave traición a Su amor... Es la lucha contra la enseñanza divina que Jesús predicó en la tierra, una unión total de las fueras del inframundo, es un comienzo diabólico que Dios no puede dejar impune...

Dios mandó a Su hijo a la tierra para impartir Su Palabra, porque ellos mismos ya no podían oírla y porque Su Palabra es absolutamente necesaria para que los hombres puedan ser felices, para que puedan volver a Él de Quien emanaron una vez. Quería volver a acercarse a los hombres a través de Su Palabra, también quería impartirles fuerza con Su Palabra... y para ello se sirvió de un caparazón humano, un Alma, Que estaba en la luz por Su amor sobremanera grande. Él Mismo se instaló en Ella y, por lo tanto, Él Mismo estaba en la Palabra en medio de los hombres... Él Se comunicó a ellos y les predicó Palabras de amor... Él los instruyó a través de Jesús para que las personas no estarían restringidas en su libertad de creencia y voluntad.

Pero lo que Él les impartió fue Su Palabra, la expresión de Su más profundo amor y misericordia por los hombres, era el indicador hacia Él, porque sin Su Palabra nadie podía salvarse... Jesucristo fue el mediador porque solo un alma que amaba profundamente a Dios y al prójimo podía recibir la Palabra de Él, y por eso Se ofreció como mediador, porque Su amor por los semejantes era sobremanera grande y quería ayudarlos. La humanidad nunca podrá deshacer este acto de misericordia y nunca logrará suprimir la enseñanza de Cristo; ella sólo puede negar a aceptarla y así hundirse en las profundidades más profundas de la ruina.

Porque Dios protege Su Palabra, Él la mantendrá pura y siempre se preocupará que la Palabra llega a la gente desde arriba no falsificada, si la voluntad humana la ha deformado y por eso la gente está en peligro de perder la fe como resultado... porque la enseñanza de Cristo no puede ser reemplazada por enseñanzas humanas. No se la puede oponer mejor enseñanza. Y aún mucho menos se deja eliminar cuando el hombre quiere llegar a la madurez. Pero la lucha se dirigirá contra la enseñanza distorsionada de Cristo, porque la pura verdad, que fue impartida a los hombres desde lo alto, es inviolable y se afirmará mientras los hombres estén en esta tierra, para luego transmitir el conocimiento a los hombres de la nueva tierra y darles nuevamente el conocimiento de la voluntad de Dios, de Su divina enseñanza de amor y de la obra de Redención de Jesucristo...

Los hombres ahora trata de reprimir la enseñanza del amor divino, que por lo tanto testifica directamente a Dios, que es Su obra porque emanó de Él, entonces se destruyen a sí mismos, porque luchar contra Dios tiene que terminar con una derrota completa, con una caída completa. Pero lo que es de Dios permanece para siempre. Siempre se ofrecerá a la gente de esta tierra en la misma forma, porque lo que es de Dios también es inmutable, porque es la pura verdad, que nunca puede experimentar un cambio.

Solo las añadiduras humanas siempre serán combatidas desde arriba. Así que donde la lucha se dirija a esto, allí Dios Mismo otorgará Su ayuda y bendecirá a aquellos que actúen contra la obra humana adicional por el bien de la verdad pura... Pero ahora ha llegado el tiempo del fin, donde lo espiritual lejos de Dios bajo el dominio de Satanás trata de actuar en contra de Dios Mismo, donde, por tanto, debe ser erradicado todo lo que es de Dios y da testimonio de Él. El oponente de Dios busca derrocarlo, y él rehúye ningún medio para alcanzar su objetivo. Pero esta es la señal del fin que se acerca, que los hombres declaran la guerra más amarga contra la enseñanza del amor de Cristo, que niegan Su Divinidad y, por tanto, tienen que aprender a reconocer la fuerza y el poder de Dios, la fuerza y el poder de Su enseñanza del amor y la fuerza y el poder de la fe en la propia destrucción y el rescate milagroso de aquellos que está impregnados de la fe en Jesucristo como Hijo de Dios y Redentor del mundo...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise