Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/1150

1150 Pensamiento intelectual y del corazón.... Actividad docente.... Hipnosis....

28 de octubre de 1939: Libro 20

Existe la idea errónea de que solo la mente humana altamente desarrollada puede penetrar en el conocimiento de aquellas cosas que aún están inexploradas y que, por lo tanto, sólo aquel que está en el conocimiento del mundo puede hacer suyas las experiencias que lleguen al reino de lo inexplorado y dar la clave para el conocimiento al respecto. El humano ciertamente debe usar su intelecto; también debe considerar y verificar todo y no aceptar irreflexivamente todo lo que se le presenta como verdad.... sin embargo, pero confiar sólo en el intelecto del mundo es más insensato que aceptar algo sin examinar lo que un creyente le imparte.

Es la creencia en Dios una mayor garantía de la verdad que la más perfecta formación por parte de docentes mundanos. Para llegar a la verdad es indispensable creer en Dios.... Sin embargo, gracias a la agudeza de su intelecto, el niño terrenal puede ser muy superior a aquellos que están en el conocimiento mundano, si también desea para sus semejantes lo que le es impartido espiritualmente.... si quiere transmitirles con gusto y disposición lo que se le ha dado y, por tanto, además de su propio conocimiento, solicitar también el don de poder tener un efecto de enseñanza. Porque lo que el ser humano reconoce en sí mismo no siempre es suficiente para presentarlo a sus semejantes.

El pensamiento puede iluminar al niño terrenal en un instante, puede ser recibido y aceptado voluntariamente, sin embargo, lo que se recibe mentalmente muchas veces no es suficiente para la reproducción porque el intelecto primero debe absorber y procesar lo que el corazón ha recibido.... Para eso también se requiere un pensamiento intelectual correcto.... La verdad divina probablemente puede ser ofrecida a todos, pero para transmitirla se requiere no sólo la receptividad del corazón sino también un pensamiento intelectual bien desarrollado.

El don de la enseñanza debe ser impartido también al niño terrenal y por tanto éste también debe pedir poder para esto si quiere corresponder a la voluntad divina y ser activo en la enseñanza. Porque aquí nuevamente, el libre albedrío también es decisivo. Obligar a un ser terrenal a enseñar en determinados momentos no corresponde a la voluntad divina.... esto sería nuevamente una acción demasiado obvia de Dios hacia los hombres, que podría restringir la libertad de creencia.

Por lo tanto, tampoco es la voluntad de Dios que los hombres aparezcan enseñando en un estado inconsciente; porque este estado es una debilidad de voluntad del ser humano, que puede ser igualmente explotada por fuerzas alejadas de Dios, así como por personas terrenales de fuerte voluntad.... y los resultados que se imparten a los hombres a través de estas enseñanzas no tienen que ser necesariamente la verdad. utilizar a una persona de voluntad débil para poder expresarse a través de ella no corresponde a la voluntad de Dios; en cambio, un niño terrenal que está completamente dedicado a Él es plenamente capaz de realizar la voluntad divina, porque Dios Mismo puede obrar a través de éste....

Él le da un poder extremo y la comprensión más completa, pero también debe pedirlo y expresar así su plena voluntad de trabajar para Dios. Nada es impracticable que tal niño terrenal pretende hacer si todo sirve para la transmisión de la verdad divina. Y así, el conocimiento humano del incrédulo bien puede superar al del creyente, pero este último ganará la palabra en toda disputa que llegue al ámbito de la verdad divina, porque Dios ilumina al niño que conscientemente se pone a su disposición y le da la capacidad de utilizar también su pensamiento intelectual de tal manera que capte a la velocidad del rayo y pueda refutar cualquier objeción según la voluntad divino.

Y así, incluso el más sabio y prudente mundano se queda muy atrás en el conocimiento de tal herramienta de Dios, si quiere aportar pruebas, sin creer en Dios, de problemas profundos que llegan al ámbito espiritual. Pero el niño terrenal que sirve a Dios también debe utilizar su pensamiento intelectual, porque sólo cuando el corazón y la inteligencia trabajan juntos, el conocimiento recibido de Dios también puede transmitirse a sus semejantes, y por eso los maestros del otro lado se esfuerzan incansablemente por estimular la actividad del pensamiento, para que se cumpla una acción, que es sumamente importante en tiempos de necesidad espiritual....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise