Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0940

0940 Fuerza de la fe.... La ayuda de Dios....

1 de junio de 1939: Libro 18

El niño terrenal se siente abandonado cuando le sobrevienen días de necesidad y preocupación, y no quiere reconocer la bendición de tales pruebas. En su abandono le cuesta dirigirse hacia arriba porque no confía en la fe plena. Y así todavía no se le puede ayudar hasta que siente en lo más profundo del corazón que solo hay Uno puede ayudar y que acercarse a este Uno en busca de ayuda es el único medio para poner fin a su sufrimiento. Y de nuevo hay que decir que, por lo tanto, depende del hombre mismo aliviar su sufrimiento, que primero tiene que esforzarse hasta la fe más profunda y luego le es fácil evitar todo sufrimiento de sí mismo o poder superarlo lo más rápido posible.

Por tanto, que se os diga: todavía tendréis que soportar mucho y solo podréis entregar fielmente todos vuestros sufrimientos al Señor, pero entonces también reconoceréis visiblemente la ayuda de Dios y vuestra vida será más fácil. Intentad de llegar a este reconocimiento y os establezcáis como objetivo de llevar la fe a esa fuerza necesaria para poder hacer frente a todas las dificultades, y superarais fácilmente lo que de otro modo os parece insuperable.

Y así, dirígete a tu trabajo del día y considera lo siguiente: hay numerosos ayudantes a tu lado y te asesoran en todo. La fuerza espiritual es accesible para ti si solo la anhelas. Solo depende de tu voluntad solicitar esta, y te será transmitida sin reservas, por lo que no hay necesidad de dudar en las preocupaciones mundanas, porque el Padre en el cielo da ilimitadamente lo que sus hijos desean de Él, y el apoyo de los ayudantes espirituales también se puede ser solicitado y está seguro para ti siempre que estés listo para servir al Señor con devoción voluntaria y pides la fuerza para hacerlo....

Porque lo más importante es la salvación del alma de la humanidad. Todo lo que ahora está al servicio del Señor y está activo para Él, no tiene por qué temer el declive del rendimiento físico, porque tiene a su disposición recursos inagotables, y realmente solo se necesita una fe profunda e indudable. Y, por tanto, pídelo desde el fondo de tu corazón.... Porque una vez que hayas superado la debilidad de la fe, todo lo demás se arreglará solo....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise