Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0719

0719 “El reino de los cielos necesita violencia...”

23 de diciembre de 1938: Libro 15

Sólo el que usa la violencia entrará en el reino de los cielos... Y así que se te diga que todavía hay dos diferentes sentimientos en ti que luchan por la supremacía; el deseo por el mundo acalla a veces la voz interior, y por eso te alejas del Señor. Pero por otro lado tu alma no permite la separación en la conciencia de su pertenencia a Dios y pronto trata de guiarte de regreso. Si entonces te resulta difícil de volver a establecer la relación con el divino Redentor, esto debería ser siempre un señal de advertencia para ti, porque entonces tienes que usar la fuerza para regresar a la esfera espiritual, mientras normalmente esta es el verdadero lugar de estancia de tu alma.

Y así el volverse al camino de los placeres mundanos es siempre un peligro para el alma, que sufre indescriptiblemente por la separación del Padre celestial y teme un hundimiento de tu sentimiento. Por lo tanto, aquellas personas que no pueden separarse del mundo y sus alegrías nunca podrán estar en el conocimiento (cognición), porque ellas siempre destruirán toda iluminación inicial y la luz no puede estallar y difundir un resplandor brillante donde el esplendor del mundo anula la luz del alma... Una persona no puede preocuparse seriamente por lo que es únicamente parte del alma si su mayor preocupación es el bienestar y disfrute del cuerpo. Todos los placeres mundanos sólo deben ofrecer al hombre oportunidades para probar y fortalecer su resistencia, pero si cederá al deseo del cuerpo, al niño terrenal se le debe ofrecer una prueba de resistencia aún mayor.

Esto consideradlo bien cuando el mundo os atraiga y quiera haceros incapaces para vuestra experiencia espiritual. Tales tentaciones tienen que llegaros una y otra vez para que no os volváis descuidados e indiferentes por el detrimento de vuestra alma. Toda alegría mundana, por pequeña que sea, es una perdida en el ámbito espiritual, porque en la misma medida que rendís homenaje a la primera caéis bajo el hechizo de la materia, que vuelve a obstruir vuestro camino hacia lo puramente espiritual, porque no puede existir una cosa junta a la otra, una siempre se logra a expensas de la otra y, por lo tanto, elegid siempre la correcta... elegid las alegrías del alma, la conexión espiritual con el Señor, y dejad el gozo rancio de la tierra, que no os puede dar a vuestra alma la más mínima ventaja. Porque tanto una cosa como la otra se fortalecerán en sí mismos a través del cumplimiento del deseo... Aquel que se esfuerza por los placeres mundanos lo deseará cada vez más, y la persona que se esfuerza espiritualmente también llevará un deseo cada vez mayor por ello a través de la saturación.

Por lo tanto, no hagáis ninguna concesión, sino luchad contra el deseo en vosotros, que no os servirá para nada, sino que puede ser extremadamente dañino para el alma. La alegría del alma es mucho mayor de lo que los gozos del mundo jamás pueden ser para el hombre. Y la superación de uno mismo trae consigo el éxito más hermoso... una luz radiante en que el alma se baña y esparce una luz brillante en el camino oscuro de la vida en la tierra...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise