Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0572

0572 Poder de la oración..... Huid de las alegrías del mundo..... Cuerpo y alma....

6 de septiembre de 1938: Libro 12

Así que intentad una vez poneros en la condición de que solo estéis dirigiendo vuestros sentidos a Dios, y si vuestros pensamientos quieren perderse, pedid ayuda a Él. Entonces escucharéis cada palabra de nosotros de manera brillante y clara, porque el poder de la oración es indescriptiblemente grande, simplemente que no lo sabéis bien todavía..... En las cosas mundanas podéis captar el cumplimiento de vuestra oración, pero en las espirituales, no es tan notorio para vosotros, pero el alma saca un inmenso beneficio cuando se dirige íntimamente al Padre celestial. Y esa es la bendición de la oración, que os desarrolláis más y más alto y la presión sobre el alma se desvanezca cada vez más. El alma se eleva y ya no participa más en el sufrimiento terrenal, y eso también hace que el cuerpo soporte el sufrimiento con mucha más facilidad.

En las horas de angustia terrenal el alma vuelve al cuerpo y le da la fuerza para tomarlo todo con paciencia en vista de la eternidad, porque cuerpo y alma luchan juntos por la paz interior. ¡Huid de las alegrías del mundo!..... No podéis recibir esta advertencia con la suficiente frecuencia, porque solo entonces vuestro ser espiritual podrá ser puesto ante vuestros ojos. Dirigir los pensamientos hacia Dios es mucho más valioso que dedicarlos a gozos terrenales, y al mismo tiempo comenzáis a separar el alma del cuerpo. Guiada a nuestras esferas, al alma se le ofrece una posibilidad tal que pronto entra en contacto con el espíritu que duerme en ella y la existencia en la tierra es solo un medio para lograr un fin.

Solo estimulará siempre al cuerpo a cumplir con los deberes terrenales y a comprometerse plenamente a obrar en amor..... a cultivar el amor con todas sus fuerzas y, por lo tanto, a suministrar constantemente al alma una nueva fuerza, que de nuevo se aplica a la unificación con el Espíritu de Dios. El trabajo diligente del cuerpo con el alma debe tener un éxito espiritual. Todo lo que se necesita es la bendición de arriba, que se debe implorar en una oración sincera. Cada suspiro, enviado al cielo con la confianza de un niño, también os asegura el apoyo del cielo, y en la preocupación espiritual tampoco pediréis en vano. Porque todo se revela a la Deidad, incluso el rincón más íntimo del corazón, cuando de esto sale un grito de auxilio al Padre.....

Amén

Traducido por Hans-Dieter Heise