Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0473

0473 La Gracia divina

19 de junio de 1938: Libro 10

Sólo la minoría de vosotros sabe apreciar la Gracia del Señor. Los hombres se imaginan que pueden alcanzar por esfuerzo propio lo que debe ser la Meta de todos vosotros. Sin embargo, no pueden hacer nada sin la Gracia de Dios. Por eso se encuentran tantas veces en un camino erróneo - pues su propia voluntad los incita para ello. Hacen caso omiso de la Gracia divina y no la solicitan en oraciones, de modo que tienen que arreglárselas solos. Entonces su manera de obrar es meramente humana-terrenal.

Siempre progresarán más rápidamente aquellos que se entregan a la Gracia divina y al Señor. Como la comprensión les resulta fácil, obtendrán una fuerza del discernimiento más aguda. El impulso más íntimo del corazón los guiará siempre de la manera como es del agrado de Dios. Y la fuerza de voluntad será fortalecida para poder ejecutar lo que el corazón prescribe.

Cuanto más la Gracia divina está solicitada en la oración, tanto más intensivamente actúa. Lo que entonces todavía carga el alma no son sino pruebas de género ligero para fortalecer su capacidad de resistencia. Para el lapso de tiempo en la Tierra, la entrega al Señor es absolutamente suficiente para asegurarse de medios de Gracia de toda clase, porque el Señor no abandona a nadie mientras sólo se confíe a Él.

Él quiere que todos los niños se dirijan a Él, por lo que también los agraciará abundantemente para que a ninguno de ellos el camino por la Tierra resulte demasiado pesado. Provista de esta Ayuda, la vida terrenal producirá también al ser humano aquel éxito que es la Meta de su alma.

Lo que a vosotros, los hombres, os resulta incomprensible, o lo que provoca dudas en vosotros, ¡ponedlo todo en el Corazón de vuestro Salvador, y Él os aclarará todas las cosas, porque podréis hablarle como niños a su Padre, y nunca os quedaréis sin respuesta! Pero algo, sí, hace falta: que realmente os sintáis como niños de vuestro Padre... que tengáis plena fe en que con el Padre celestial encontraréis toda fuerza... y estaréis considerados dignos de toda Ayuda, si tan sólo os esforzáis por conseguirla.

Pero sin tener fe no podéis pedir con todo corazón, con lo que entonces tampoco os podrá ser concedida la Gracia divina. Porque la fe será siempre lo primero de todo. Si tenéis fe que hay un Padre en el Cielo y que Él os atiende como hijos Suyos, entonces también os resultará fácil el pedirle su Ayuda, desde lo más íntimo de vuestro corazón; con lo que siempre estaréis bendecidos con Gracia.

La mayor alegría para el Cielo es la alegría por niños que están dispuestos y que tienen confianza y fe. La fe y la buena voluntad dan la premisa para un camino por la Tierra que es del agrado de Dios. La Gracia de Dios apoye toda aspiración y descubre al niño terrenal las Verdades espirituales. De modo que el camino hacia Arriba resultará cada vez más fácil - siempre que la voluntad y el corazón se dirijan al Padre.

Cuando os encontráis en su Sol de Gracia, ya no tenéis que temer nada en vuestro camino por la Tierra que pudiera dañar vuestra alma. El cuerpo puede perecer, pero al fin de los días el alma debe poder entrar en el Reino de Dios sin perjuicios.

Amén.

Traducido por Meinhard Füssel