Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/2310

2310 Debilidad de voluntad – Deficiencia... Responsabilidad... Palabra...

22 de abril de 1942: Libro 32

La más mínima resistencia reduce el efecto de la irradiación del poder de Dios, porque se requiere la voluntad más plena para poder aceptar un don de Dios, de lo contrario, el suministro de poder se le daría al ser en contra de su voluntad y por lo tanto significaría un desarrollo superior bajo compulsión. Sólo la energía vital necesaria para la conversación del ser llega a cada ser humano, incluso sin su voluntad, pero también puede dejar esta energía vital sin usar para un desarrollo superior, y por lo tanto primero debe dejar que su voluntad se vuelva activa para usar esta energía vital que le llega. La debilidad de la voluntad es una deficiencia de la que se hace responsable el ser mismo, porque la fuerza para llevar a cabo su voluntad le llega constantemente mientras el hombre permanece en la tierra, es decir, lo que el hombre quiere, también puede realizarlo si se trata de la transformación de su alma. Porque esta sólo requiere una vida de amor... pero todo ser humano puede formarse a sí mismo al amor si solo tenga de voluntad de hacerlo. Puede ser bueno con sus semejantes, y eso es todo lo que Dios exige de los hombres como prueba de su amor por Él. Y para ser bueno el hombre solo necesita quererlo, entonces también podrá hacerlo, porque Dios le da la fuerza para hacerlo, dándole la vida y manteniéndola.

No exige de los hombres más que amor, porque los hombres surgieron de amor, y después de un tiempo infinitamente largo de separación de Él, Que es el amor en Sí Mismo, deben regresar a Él de nuevo, y esto sólo pueden lograrlo a través del amor. La irradiación de poder de Dios es un don del amor divino, es decir, un acto de gracia que presupone receptividad y disponibilidad, porque la irradiación de amor de Dios sólo puede darse a quien se muestra digno del amor de Dios, lo desea y, por lo tanto, abrir el corazón para la corriente divina del amor. El amor divino no se lo niega, se da a Sí Mismo a ellos en la Palabra, que es y será la mayor prueba de Dios a los hombres por toda la eternidad...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise