Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0788

0788 El camino del alma antes de su existencia en la Tierra. La enseñanza sobre las reencarnaciones

25 de febrero de 1939: Libro 16

(Continuación de B.D. 0786 y 0787)

En qué medida se extiende el cuidado del Padre celestial a sus niños en la Tierra, esto se desprende del hecho que cada encarnación antes ya garantiza un desarrollo lo más espiritual posible en esta forma humana. De modo que el alma al entrar en el cuerpo carnal ya se encuentra en cierto estado de madurez, por lo que ahora la última encarnación es absolutamente suficiente para obtener la filiación de Dios - eso si el hombre cuida de aprovechar la vida en la Tierra con todas las fuerzas para el progreso espiritual.

Si esta etapa de Gracia por propia voluntad o por resistencia ha transcurrido inútilmente o poco aprovechada para el bien del alma, esto es tanto más lamentable ante el hecho de que ahora el ser mismo tiene que soportar precisamente las consecuencias de su propia resistencia; es decir que, a la vez, todo lo espiritual inmaturo e inacabado se le manifiesta en forma de sufrimiento y castigo...

También el alma sufrirá en la misma medida en que reconoce sus flaquezas y sus errores, de los que ya no puede liberarse ella misma - como lo pudo en la Tierra... La etapa de Gracia de su propia salvación se ha acabado; y si ahí no intercediera la obra de amor y de salvación por parte de los seres perfectos para socorrer al alma y llevarla hacia la Altura, el alma estaría irremediablemente perdida.

Hay una suposición errónea de poder repetir, a voluntad, una vida en la Tierra inútilmente desperdiciada, para recuperar la auto-salvación omitida. Si el Señor de la Creación hubiera previsto esto sin excepción, entonces, verdaderamente, no habría sido necesaria la Obra de Redención del Salvador divino, porque una vez que la vida terrenal hubiera sido desperdiciada o desaprovechada, cada ser habría sido libre a repetirla, sin más ni más. En este caso la gran Bendición de la Obra de Redención quedaría considerablemente reducida - mientras que precisamente por la corta duración de la vida en la Tierra, la Obra de Redención ha conseguido Gracia ilimitada para el hombre... y eso precisamente para facilitar, en esta corta etapa, una liberación total de la materia - a pesar de ser cosa de cada hombre el elegir este camino de Gracia y aprovecharlo o, en el Más Allá, cargarse con la era de todos tormentos.

El Amor ilimitado de Dios no permite que un ser esté condenado al fracaso eterno, y hay una infinidad de posibilidades para la purificación, pero lo de poder aprovechar el tiempo en la Tierra sólo os será permitido una sola vez - excepto en los pocos casos cuando el Señor lo combina con un una tarea o un propósito especial - lo que nunca se debe generalizar.

La “doctrina” de la reencarnación siempre es en detrimento de los hombres. Porque en cierta tibieza del espíritu siempre verán en ella un consuelo o la argumentación que una vez podrán recuperar todo de lo que carecen. De modo que esta “doctrina” nunca será benéfica, porque únicamente el trabajo incesante en sí mismo puede producirles el éxito que algún día, con satisfacción, podrán echar una mirada retrospectiva sobre su vida... mientras que la “doctrina de la reencarnación” siempre reserva una salida trasera de la que se aprovechan los débiles, los negligentes y los tibios.

Ni un solo minuto de vuestra vida debéis olvidaros de vuestra meta. Siempre sólo debéis aspirar a la reunificación con Dios, y procurar a aprovechar al máximo el tiempo en la Tierra. Sólo entonces os volvéis dignos del Cuidado amoroso que Dios el Señor os ha concedido durante el camino infinitamente largo que anduvisteis hasta el día de vuestra encarnación en la Tierra...

Amén.

Traducido por Meinhard Füssel