Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/0451

0451 “En sus frutos los reconoceréis”. Inercia espiritual

5 de junio de 1938: Libro 10

“En sus frutos los reconoceréis”.

Estas palabras os deben servir de guía: que aquel que anda en el Señor es reconocible - también exteriormente; y de ello reconoceréis que las Promesas de la Palabra de Dios se cumplen fielmente con aquellos que viven conforme ella y que están activos en el amor. El peligro para el hombre consiste siempre en haber algunos que creen que ya corresponden a los Mandamientos del Señor si simplemente los escuchan, o si cumplen con los deberes impuestos por fuera.

Pero a estos aún hace falta que se ensimismen profundamente en la Doctrina de Cristo, porque el mero saber de la Palabra de Dios nunca podrá dar los frutos que el Señor ha prometido a aquellos que le aman y que procuran diligentemente corresponder a sus Mandamientos.

Ahí existe el peligro de que el hombre no se reconozca suficientemente bien a sí mismo, o que toda su conducta en inercia espiritual continúe sin producir fruto alguno. Un hombre que nunca actúa en el amor, ¿cómo puede él hablar del Mandamiento del amor al prójimo y pretender que lo comprende? ¿Cómo puede ser posible que un hombre se incline con humildad ante el Señor, si nunca ha procurado poner esta humildad en práctica en sí mismo - tal como está enseñada... un hombre que presume ante sus semejantes, y aun así acoge la Palabra de Dios sobre la humildad y, con gusto, la respalda ante los demás?

A los hombres les cuesta mucho echar una mano a la obra de su propia modificación en un hombre nuevo y conforme a la Voluntad de Dios. Les cuesta mucho separarse de los viejos trastos y ponerse una ropa nueva; y, aun así, con los labios aprueban todo lo que la Palabra de Dios les enseña... Y si la Palabra de Dios no puede contribuir para ennoblecer al hombre de manera que los frutos de sus aspiraciones estén evidentes, entonces tampoco las Promesas de Dios se cumplirán en él. Pues, recibe las Palabras como si fueran huecas, y huecas estas se extinguen.

Si no comienzan esfuerzos serios para hacer caso a los Mandamientos de Dios, entonces tampoco habrá Bendición. Por supuesto, que hacen falta abnegación, esfuerzo y una firme voluntad... pero el fruto de éstos es un éxito espiritual incuestionable. Y un hombre cuyas aspiraciones están bendecidas por estos frutos, también podrá actuar con mucha influencia ante sus semejantes. Porque únicamente si uno mismo actúa en el amor, también lo puede enseñar... el que vive en la humildad también puede predicarla a los demás... el que es pacífico y apacible, también puede señalar a los demás la bendición de todo esto... Y su ejemplo siempre resultará animador para los hombres.

A tal siervo de Dios –reconocible por sus frutos– se procurará seguirle...

Pero todo esto quiere ser logrado por una firme voluntad y un gran amor al Señor. Por eso, rogad por la fuerza necesaria para querer y amar por todo corazón, para que el Señor os atienda y os bendiga.

Amén.

Traducido por Meinhard Füssel